
¿La miel caduca o se estropea?

La miel es un edulcorante natural muy apreciado con miles de años de historia. Los arqueólogos han encontrado muestras de miel de hace 5.000 años a.C., ¿y lo más interesante de esas muestras? Estaban perfectamente conservadas.
Ahora, por supuesto, esas muestras no son para el consumo -son un valioso artefacto histórico, después de todo- pero lo que importa es que la miel milenaria podría consumirse y el consumidor no se daría cuenta de su edad si los tarros de miel estuvieran sellados de la forma adecuada.
¿Se echa a perder la miel? La miel no se echa a perder. Puede cambiar de aspecto, color e incluso sabor, pero no se estropea hasta el punto de que haya que temer graves consecuencias si se consume.
Eso no significa que toda la miel sea igual: según cuánto tiempo, dónde y cómo la almacenes, la miel puede conservar o perder sus nutrientes, cambiar de sabor, etc. Así que si quieres disfrutar al máximo de la miel, asegúrate de que se almacena de la forma adecuada.
¿Cuánto dura la miel?
La miel no tiene un periodo de conservación definitivo. Puede almacenarse durante muchos años y, si está bien sellada, ser tan comestible y agradable como la miel elaborada ayer.
Sin embargo, su estructura cambia con el tiempo, lo que puede resultar poco atractivo para algunos consumidores. La miel comercializada no suele llevar indicada en el tarro la fecha de caducidad, pero sí la de consumo preferente.
Esto se debe al hecho de que, aunque la miel no se estropea per se, con el tiempo empieza a sufrir algunos cambios estructurales.
Aunque la miel fresca es líquida, dorada y transparente, no permanecerá así para siempre. Al cabo de cierto tiempo, la glucosa de la miel empieza a cristalizarse. Esto hará que la miel se vuelva más espesa y granulosa, y que su color empiece a palidecer y a volverse amarillo turbio en lugar de dorado claro.
La "fecha de caducidad" suele tener en cuenta estos cambios.
Sin embargo, no se equivoque, la miel cristalizada es tan segura para el consumo como la fresca. La cristalización puede ser incluso positiva, ya que indica que la miel está cruda y no pasteurizada. La pasteurización se utiliza en la elaboración de la miel específicamente para ralentizar la posible cristalización = pero puede privar a la miel de vitaminas y nutrientes.
Por lo tanto, si quieres aprovechar todos sus beneficios, debes comprar miel cruda sin pasteurizar, aunque se cristalice antes.
¿Qué puede estropear la miel?
La miel es antibacteriana y ácida, ya que tiene un pH de entre 3,2 y 6,1 aproximadamente. Esto no solo hace casi imposible que crezca nada nocivo en ella, sino que es eficaz para matar ciertas bacterias (sin embargo, tú mismo podrías contaminar la miel si utilizas utensilios sucios, y estas bacterias o mohos podrían afianzarse y crecer).
Naturalmente, la miel tiene un enemigo: la humedad. La miel puede contaminarse con humedad si se almacena de forma inadecuada (por lo tanto, es responsabilidad suya asegurarse de que nunca entre agua en su tarro de miel) o debido a una recolección prematura. Si la miel se recolecta antes de que esté madura, su contenido de agua será mucho mayor -más del 25%- que el de la miel madura (18%).
Una humedad elevada hace que la miel sea susceptible de fermentación, que es lo que más comúnmente se conoce como miel "estropeada".
Otra cosa es el proceso de producción. A pesar de las cualidades antibacterianas de la miel, si se contamina durante el proceso de producción, puede contener ciertos microorganismos nocivos y neurotoxinas. Afortunadamente, estos microorganismos y neurotoxinas pueden medirse, y la miel contaminada -al menos hasta el punto de ser peligrosa para el ser humano- no suele comercializarse.
La neurotoxina C. botulinum puede encontrarse en la miel en cantidades minúsculas. Aunque la neurotoxina no es perjudicial para los adultos en las cantidades encontradas en estas muestras, los bebés menores de un año (en casos muy raros, pero aún así) podrían desarrollar botulismo infantil.
¿Cómo debe conservarse la miel?
Para que la miel no degrade su calidad y mantenga sus vitaminas y nutrientes durante mucho tiempo, debe almacenarse adecuadamente.
Necesitarás:
- Utilice un recipiente hermético de cristal o acero inoxidable: como ya se ha dicho, la miel debe estar bien cerrada para evitar que se contamine con la humedad y conservar su calidad. Si se guarda en recipientes de plástico, hierro o madera, perderá más rápidamente sus nutrientes y aumentará la probabilidad de contaminación por humedad.
- Presta atención a la temperatura: a la miel no le gustan las temperaturas extremas, ya sea calor o frío. Puedes guardarla en la nevera en verano para evitar el calor, pero sería mejor un lugar fresco o a temperatura ambiente.
- Evita contaminar la miel mientras la utilizas: si utilizas utensilios sucios mientras manipulas la miel, puedes contaminarla tú mismo sin querer, así que asegúrate de que tus utensilios están limpios antes de empezar.
¿Qué ocurre si como miel en mal estado?
Lo más probable es que no sea nada. Tanto la miel cristalizada como la fermentada son seguras para el consumo, incluso aunque no le guste su sabor (aunque la miel fermentada se está convirtiendo en una tendencia específicamente por su característico sabor ácido).
Dicho esto, si la miel tiene un aspecto poco apetecible -no sabe bien, tiene mucha agua o parece que hace espuma-, probablemente deberías deshacerte de ella, ya que puede tratarse de un caso de contaminación externa por utensilios sucios.
Aunque consumas miel que crees que está "pasada", no es probable que sufras consecuencias graves, pero más vale prevenir que curar.
Conclusión
La miel es uno de los pocos alimentos que no se estropean. No tiene fecha de caducidad y puede consumirse sin problemas años después de su compra. Es antibacteriana y ácida, por lo que es muy difícil que cualquier microorganismo nocivo se instale y crezca en ella.
Dicho esto, la miel cambiará de aspecto y sabor si se conserva durante mucho tiempo. Es probable que se deba a la cristalización (se vuelve más pálida, espesa y granulosa), pero también puede deberse a la fermentación por exposición a la humedad si la miel no se conserva bien sellada.
Si el sabor de tu miel te resulta extraño, la textura parece espumosa o has notado que hay mucha agua en el tarro junto a la miel, es mejor que te deshagas de ella. Aunque las probabilidades de que sea algo peligroso son muy pequeñas y lo más probable es que te encuentres perfectamente después de consumirla, los cambios pueden deberse a una contaminación externa y no merece la pena correr el riesgo.
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